Con la venia de la presidencia.

La actividad humana ha producido impactos negativos en el entorno natural donde se desarrolla, denominándose estos como contaminación ambiental.

La contaminación ambiental no es un tema nuevo, sin embargo, en las últimas décadas diferentes países han reconocido los graves problemas que se ocasionan en el medio ambiente y en consecuencia en la salud de las personas.

Por ello, distintas naciones han trabajado en la creación de leyes y se han implementado políticas públicas para atender la problemática que se genera a nivel mundial y en el caso particular de cada país. Cabe señalar que a nivel mundial toda la atención se ha centrado en el combate y mitigación de la contaminación del aire, del agua y de los suelos, ocasionando que durante mucho tiempo se hayan descuidado otros factores que son también contaminantes.

El ruido genera estrés y éste puede volverse crónico cuando alguien se expone de manera continua y por lapsos prolongados. Por este motivo el ruido está asociado a padecimientos como insomnio, depresión, hipertensión y alteración de los procesos digestivos, además de falta de concentración, bajo rendimiento escolar y pérdida auditiva.

Por otra parte, está la contaminación provocada por los malos olores a los que nos exponemos todos los días, por ejemplo, los provenientes de fábricas, instalaciones ganaderas y vertederos. Este tipo es la causa más frecuente de quejas de carácter medioambiental en todo el mundo, únicamente superadas por las que provoca el ruido, puede provocar ansiedad, dolor de cabeza, falta de concentración y alteraciones del sueño.

La Constitución Política de nuestro país en su Artículo 4° reconoce el derecho que tienen las personas a la protección de la salud y a un ambiente saludable; y a su vez la Ley General de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente ha sido reformada con la finalidad de reconocer al ruido, las vibraciones y los olores como factores contaminantes del medio ambiente.

No obstante, nuestra legislación se ha rezagado en lo que respecta al establecimiento de incentivos fiscales que estimulen la realización de diversas acciones en materia de prevención, control y mitigación de fenómenos que afectan la salud humana y alteran el equilibrio ecológico de los ecosistemas 

La incorporación de incentivos fiscales a la política ambiental ha resultado ser un complemento ideal para la regulación y las restricciones establecidas en las leyes y reglamentos relativos al medio ambiente.

Estamos convencidos de que la utilización de instrumentos fiscales para estimular a consumidores y productores a modificar su comportamiento para lograr una interacción más respetuosa con el entorno puede contribuir significativamente a evitar daños a la naturaleza.

De hecho, el artículo 16 de la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente ya contempla incentivos fiscales para quienes realicen diversas acciones relacionadas con la reducción de emisiones contaminantes hacia la atmósfera.

En este sentido, la propuesta que presentamos el día de hoy, es que también se otorguen estímulos fiscales a quienes realicen un esfuerzo por prevenir, reducir y controlar la emisión de ruido, vibraciones y olores que alteren el equilibrio ecológico.

Por lo anterior, en el Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de México, estamos convencidos que este tipo de medidas inciden en el incremento de la calidad de vida y el bienestar en la población, por lo que consideramos que esta iniciativa contribuirá de forma directa en mitigar la contaminación que se da en nuestro país por ruido y por olores que dañan la salud de las y los mexicanos.

Es cuanto.

PARTIDO VERDE