Bienvenidos distinguidos invitados especiales a la Cámara de Diputados,

Con la venia de la Presidencia;

A poco más de 80 años de acontecida la Guerra Civil Española, hoy recordamos a aquellos ciudadanos que se vieron forzados a abandonar su tierra natal y desplazarse a otros países perseguidos por motivos ideológicos, políticos o por temor a ser blanco de represalias provenientes del régimen político autoritario instaurado en España.

Francia, Argentina y México, entre otros países recibieron a numerosos grupos de españoles que se encontraban en situación de vulnerabilidad; el entonces presidente Lázaro Cárdenas en febrero de 1939 emitió una declaratoria para aceptar a parte de la emigración española, que según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, ascendió a 25 mil refugiados españoles.

Las acciones de México fueron contundentes, se destinaron fondos del Estado gracias a los cuales se estableció la Casa de España en México entre 1938 y 1940; asimismo, se abrieron embajadas y consulados en Europa para proteger a los miles de refugiados que se vieron obligados a salir de su país natal.

Los miles de exiliados embarcaron rumbo a México, destacados por sus capacidades al tratarse de intelectuales, científicos y artistas quienes permanecieron fuera de su país hasta que la evolución de las circunstancias internas de España les permitió regresar paulatinamente.

Muchos de los exiliados se integraron exitosamente a la sociedad mexicana y contribuyeron al desarrollo económico, cultural y social de nuestro país.

México fue el segundo país que más refugiados recibió después de Francia; el gobierno mexicano había sido un aliado de la República Española, por lo que resultó ser el único país latinoamericano que nunca reconoció al gobierno del dictador Francisco Franco, vencedor de la Guerra Civil, por el contrario, brindó su respaldo al Gobierno de la República en el Exilio, mismo que se constituyó en México para años después instalarse en París.

Por esta razón, las relaciones diplomáticas entre México y España fueron inexistentes por varias décadas; incluso, fue hasta la muerte del dictador que se restablecieron dichas relaciones entre ambas naciones, abriendo la puerta al retorno a sus connacionales.

Históricamente, México ha sido reconocido a nivel mundial como una de las naciones más responsables, respetuosas y empáticas con aquellos que en su país no encuentran el respeto a la manifestación y expresión de sus ideales y creencias.

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en una conferencia en el Colegio de México destacó la "impagable deuda de España con México", señalando que: "Ha llegado el momento de que sea el Estado el que rinda homenaje al exilio y haga todo lo posible para darlo a conocer entre los españoles de hoy".

Como mexicanos debemos reconocer la acertada decisión histórica de dar entrada a todos aquellos españoles que necesitaban de un espacio plural, respetuoso y sensible a las necesidades humanas de las sociedades en estado de emergencia.

El respeto de los derechos y libertades fundamentales como la libre expresión, la creencia y la asociación, es una de las máximas en esta nación, razón por la cual, cualquier acción que atente contra su libre ejercicio merece que actuemos para brindar protección y asilo en nuestro país.

El Exilio Republicano Español indudablemente marcó un lazo entre México y España, naciones que encuentran empatía en sus culturas e idioma, pero, sobre todo, naciones que tienen en común, una sociedad que alza la voz ante las injusticias y la violación de sus derechos.

Con la llegada a nuestro país del buque Sinaia, aquel 13 de junio de 1939, el representante del entonces presidente Lázaro Cárdenas en el Puerto de Veracruz, manifestó: "No los recibimos como náufragos de la persecución dictatorial; los recibimos como a exponentes de la causa imperecedera de las libertades del hombre".

Este hecho histórico nos debe servir de ejemplo para que los gobiernos de las diferentes naciones sumen esfuerzos no sólo en el reconocimiento de los derechos y libertades humanas, si no en la verdadera garantía de cumplimiento para que nunca más sea necesario que las personas salgan de sus países de origen por dichas razones.

Compañeras y compañeros, los invito a que en esta ocasión sea considerada como la oportunidad para analizar y revisar la situación de nuestro país y con ello, fortalecer, mejorar e incluso eliminar todo aquello que ponga en peligro el respeto a los derechos fundamentales de las y los mexicanos.

Enfoquemos nuestros trabajos en la construcción de lazos amistosos, culturales y diplomáticos que garanticen el fortalecimiento de éstas y todas las naciones.

Agradezco su atención.

Es cuanto.